¿Es la cooperativa la mejor fórmula para el emprendizaje para las trabajadoras del hogar? La cooperativa, en tanto que fórmula que une a trabajadoras con un objetivo común, tiene la capacidad de generar raíces en el territorio en el que se implanta, las personas que trabajamos en ellas tenemos la posibilidad de participar activamente en la marcha de nuestra empresa y de decidir el camino que queremos erigir.
En una sociedad occidental cada vez más envejecida se pone de relieve la importancia de los cuidados en general y específicamente el cuidado de las personas mayores.
Es el movimiento feminista de los últimos tiempos el que ha puesto de relieve que somos personas interdependientes, es decir, que dependemos unos de otros, necesitamos y necesitaremos cuidados a lo largo de toda la vida. Estos cuidados se han venido dando por las mujeres de las familias, pero con la incorporación de la mujer al mercado laboral, ha habido un cambio, ha pasado de mujeres de la familia a mujeres contratadas, las cuáles en un porcentaje importante son mujeres migrantes (quienes muchas veces dejan a su vez familiares dependientes en sus países de origen, creando así “las cadenas globales de cuidados”).
En este contexto surgió la cooperativa Maitelan creada por mujeres migrantes con la voluntad de contribuir a valorar el trabajo que desempeñan y mejorar sus condiciones laborales, difundir el modelo cooperativo como medio de vida que crea lazos donde viven.
Hace ya algunos años el Instituto GEZKI elaboró un estudio en cuyos resultados se expresaban las necesidades de las trabajadoras del hogar. Se quiso explorar las ventajas que ofrecen las cooperativas de trabajo asociado a la resolución de las necesidades que el colectivo de trabajadoras de hogar, así como las necesidades de las personas dependientes. Y, por tanto, ver si ¿es la cooperativa capaz de resolver o más humildemente ayudar a mejorar las condiciones de trabajo de este colectivo?
Hoy tan vigente como antes las necesidades siguen siendo las mismas para este colectivo, pese a los años cada persona migrante que llega a nuestra tierra y que trabaja en el cuidado de personas mayores se encuentra en la misma situación.
A modo de ejemplo, si tomamos la situación de las cuidadoras externas, estas perciben que las jornadas laborales son largas, los horarios poco flexibles —incluso rígidos, restrictivos y agobiantes—, la carga de trabajo elevada y en solitario, tienen dificultad para ser sustituidas en caso de necesidad (como por ejemplo para acudir a una cita médica), poco poder de negociación frente al empleador y resaltan que se genera apego emocional hacia la persona cuidada.
Y qué decir de las trabajadoras internas, que destacan su falta de intimidad, falta de libertad de decisión, los horarios rígidos, la dificultad para conciliar los tiempos para dedicar a la familia y al trabajo, los bajos salarios, la dependencia del trabajo, el aislamiento y la falta de redes de apoyo.
Aún añadiríamos más ejemplos, pero volviendo a tema, si hoy nos preguntaran a nosotras si el emprendizaje cooperativo es la opción para las trabajadoras del hogar, responderíamos afirmativamente. Las cooperativas de cuidados se enraízan en el territorio, generan oportunidades de empleo tanto en las ciudades como en el medio rural, rompen la atomización (que se refiere a dividir algo en fracciones pequeñas) y el aislamiento, es decir, que las trabajadoras están divididas y por lo tanto, inevitablemente buscarán únicamente su propio interés.
Sin embargo, las cooperativas ofrecen una mejora efectiva de las condiciones de trabajo, favorecen la capacidad de inversión para la adquisición de útiles de trabajo, ofrecen un contexto más favorable para la formación, capacitación y el reciclaje y paulatinamente empoderan a las personas en clara situación de vulnerabilidad social y precarización laboral y profesional. Para nosotras en tanto que cooperativistas Maitelan nos proyecta al futuro, hace que estemos comprometidas con una causa colectiva, que caminemos juntas y seamos solidarias.
Aun así, el camino de las cooperativas de cuidados no es fácil. Generar un proyecto colectivo sólido que también tenga en cuenta las necesidades individuales de las mujeres, en un mercado capitalista que promueve la competitividad despiadada, además de un mercado negro demoledor para empresas como la nuestras (está claro que ofrecer unas condiciones dignas de trabajo va asociado a un pago justo por el servicio prestado) son algunos de los problemas a los que tenemos que enfrentarnos.
Maitelan es una cooperativa integral creada por un grupo de mujeres migrantes con apoyo de la Agencia de Desarrollo de Beterri Buruntzaldea, Ahmer y la Universidad Pública del País Vasco. Maitelan es una herramienta para asumir colectivamente la responsabilidad social de los cuidados. Ubicada en Hernani, damos servicios de atención domiciliaria en toda la comarca y alrededores.
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Fuente: Kronika