Vivimos en una época de múltiples crisis. La emergencia climática amenaza seriamente la supervivencia continua de la humanidad, exacerbando la injusticia, la explotación, la pobreza y la vulnerabilidad. Y la crisis global del costo de vida está llevando a más y más personas a la precariedad. Aunque estas crisis a menudo se presentan como consecuencias novedosas y contemporáneas en lugar de consecuencias acumulativas de sistemas destructivos centenarios, aquellos que han estado en la primera línea de la marginación causada por el orden mundial actual, arraigado en la colonización y el capitalismo, siempre han sabido, para citar a los zapatistas, que esta casa ha estado en llamas durante muchos siglos.
Por lo tanto, encontrar soluciones y alternativas a este sistema destructivo ha sido una necesidad para las comunidades de todo el mundo. Desde las Panteras Negras en los Estados Unidos hasta las comunas campesinas en España, desde los zapatistas en México hasta el movimiento global Occupy, desde los trabajadores sin tierra en Brasil hasta los palestinos ocupados, desde los habitantes de chabolas en Sudáfrica hasta los Diggers en el Reino Unido, desde Rojava hasta Cooperation Jackson en Mississippi, la resistencia a la dominación colonial y capitalista se extiende abundantemente. Y una cosa que todos y todas tienen en común es su enfoque en la «Economía Solidaria» como un camino crucial hacia la autonomía y la construcción de un mundo más justo.
La Economía Solidaria es como un marco organizativo que centra la liberación colectiva a través de satisfacer nuestras necesidades materiales de manera cooperativa, rompiendo con la dependencia y la precariedad que los sistemas capitalistas crean y mantienen. Las economías solidarias se basan en soluciones prácticas construidas desde cero por comunidades particulares para satisfacer sus necesidades específicas en términos inmediatos, pero también al tiempo que prevén la autonomía a largo plazo. Para ello, integran tres estrategias comunes para el cambio social: desafiar a las instituciones dominantes, la transformación personal y la construcción de instituciones alternativas. La interacción y el equilibrio entre estas estrategias se interpreta de manera diferente en cada contexto político.
Si bien las economías solidarias se basan inherentemente en el lugar dónde emergen, ya que responden a las necesidades locales de sus comunidades particulares, también valoran la formación de coaliciones y la solidaridad internacional basada en principios compartidos, incluida la justicia social, racial y ambiental, la democracia, el respeto, la interdependencia y el mutualismo sostenible.
Desarrollar colectivamente la capacidad de autogobernarse y desarrollar movimientos de economía solidaria basados en el lugar es uno de los asuntos más urgentes de nuestro tiempo. Proporciona oportunidades extraordinarias para cambiar fundamentalmente nuestras relaciones con nosotros y nosotras mismos-as, entre nosotras y nosotros y nosotras y con la tierra. La Solidarity Economy Association (SEA) fue fundada para contribuir a este linaje global y ayudar a las nuevas instituciones a aprender las lecciones de las que han venido antes. En cuanto pequeña cooperativa con sede en el Reino Unido, su objetivo es construir una Economía Solidaria más fuerte, a través del establecimiento de conexiones más profundas entre las diversas organizaciones y grupos que ya están en la primera línea de la ayuda mutua y los diversos ámbitos del trabajo de justicia transformadora.
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Fuente: Solidarity Economy Association de Reino Unido para el New Internacionalist