Por Juan Julià, CEGEA Universitat Politècnia de València, Presidente de la Red ENUIES (CIRIEC-España), vicepresidente adjunto de CRUE-Universidades Españolas
La reciente crisis que venimos padeciendo derivada de la pandemia del COVID ha evidenciado que aquellas economías basadas en el conocimiento, y que más cuidan los pilares del llamado Estado del Bienestar: educación, sanidad y protección social, son las que muestran una mayor y mejor capacidad a la hora de afrontar las terribles consecuencias que esta supone.
Es en este punto donde conviene recordar que, dado que el conocimiento y la formación en valores son un claro dominio del ámbito universitario, el papel de las universidades se hace en este contexto central. También la observación de lo que viene sucediendo en las economías más desarrolladas, donde el papel de los campus universitarios ha sido fundamental en la creación de ecosistemas y entornos emprendedores donde spin-offs y start-ups basadas en el conocimiento generado, y que por tanto hacen un uso más intensivo de él, han sido determinantes para el avance tecnológico, y verdaderos catalizadores de algunas de las hoy compañías que a escala global lideran la transición digital y verde.
Pero debemos insistir que siendo ello necesario, no es por sí solo suficiente si queremos un verdadero progreso con un crecimiento sostenible e inclusivo, esto es, una economía que sirva a las personas. Ello requiere de una economía impregnada de valores donde no solo el conocimiento científico y tecnológico, sino la formación en un sentido más amplio y la cultura emprendedora y en valores cumplan un papel fundamental.
Hoy una buena parte del emprendimiento, más del 40% proviene de universitarios, pero además podemos afirmar que es de mayor calidad, en términos de innovación, intensidad tecnológica, e internacionalización, como muestra entre otros uno de los estudios publicados por el CISE hace unos pocos años bajo el título de “el emprendimiento en el sistema universitario”.
Todo ello nos lleva a sostener que las universidades son un valioso instrumento para impulsar mediante el emprendimiento con spin-offs y start-ups una economía del conocimiento y con valores capaz de llevarnos ese crecimiento inteligente, sostenible e integrador.
Por último, en la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) que va a llevar el Gobierno español para su debate y aprobación por la Cortes en breve, se recuerda que entre las funciones del sistema universitario está “la contribución al bienestar social, al progreso económico y a la cohesión de la sociedad y del entorno territorial en que estén insertas, a través de la formación, la investigación, la transferencia de conocimiento y la cultura del emprendimiento, tanto individual como colectivo, a partir de fórmulas societarias convencionales o de economía social”.
Esta última referencia a la economía social testimonia la necesidad y el interés en avanzar en un nuevo modelo económico más abierto y plural, con valores y más centrado en las personas y en el interés general, para lo que las organizaciones que conforman este sector pueden ser especialmente relevantes.
Fuente: Social Economy News