Estos últimos años se ha oído hablar cada vez más de la necesidad de poner en marcha una alternativa a la economía de capital. La economía social nació precisamente como respuesta a los problemas sociales que la economía tradicional generaba o no resolvía. La razón por la cual ahora es un tema candente puede ser el hecho de que hemos presenciado una crisis de la economía tal y como la conocíamos, la cual ha supuesto el momento histórico más claro para el desarrollo de todo el potencial de la economía social, a pesar de no haber sido aprovechado. Sin embargo, es indudable que la respuesta por parte de este sector de la economía a la crisis ha sido mejor que el del tradicional.
Del mismo modo, junto con el conflicto sufrido en nuestro sistema económico (o como causante del mismo) hemos visto la incapacidad de la banca tradicional de canalizar los ahorros de ciertos ciudadanos a los demandantes de crédito. Así, la ciudadanía y las empresas, comenzaron a interesarse por una vía alternativa para obtener estos recursos. Fue en ese momento cuando se inició la expansión con mayor fuerza la idea de la banca ética. Esta banca alternativa surge a partir de todo ese movimiento que busca un impacto social positivo, alejándose de las actividades especulativas y utilizando sus depósitos para la producción de bienes y servicios, es decir, su objetivo es la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos. Si a esto le sumamos el hecho de que dentro de esta banca con valores el cliente decide dónde van sus depósitos nos encontramos ante la alternativa perfecta como solución al verdadero problema, la actividad financiera de la banca tradicional.
Dentro de esta banca diferente encontramos a la economía social, con las cooperativas de crédito como núcleo. Han sabido soportar la crisis de manera ejemplar obteniendo incluso datos elocuentes en sus cuotas de mercado en cuanto a número de préstamos y depósitos aunque para ello se hayan tenido que producir fusiones. El motivo de este aguante frente a las adversidades reside en la misión principal de este tipo de entidades, el beneficio social en lugar del más puro económico, no viéndose tan afectadas por los salvajes movimientos especulativos de los últimos años. Como ejemplo tenemos el de Oinarri, la sociedad de garantía recíproca perteneciente a la economía social vasca, que ha facilitado que las empresas obtuvieran acceso al crédito.
Teniendo en cuenta estos indicadores parece que todavía no se le da toda la importancia que se debería a las entidades financieras de este tipo. ¿Cómo es eso posible?
Una de las posibles causas es la menor presencia física de esta banca en los países en los que se encuentra instaurada. A diferencia de la banca tradicional, que cuenta con una gran red de sucursales y cajeros automáticos, la banca ética hace más uso de la banca telefónica, la banca por Internet o la banca electrónica. Esto siempre supone un reto pues estas vías bancarias son novedosas, lo que implica desconfianza en un área en la que la seguridad lo es todo.
Otra de las incertidumbres que van de la mano de esta banca alternativa es la que hace referencia a la rentabilidad de este modelo de negocio pues esta banca invierte sus recursos en proyectos con fines éticos, con menor rentabilidad que los de los bancos tradicionales y que se obtiene generalmente en el largo plazo. Lo que no debe olvidarse a este respecto es que se trata de un sector financiero que cumple con las mismas exigencias legales que el sector tradicional.
Tras la aprobación por parte del Comité Económico y Social Europeo (CESE) del dictamen a favor de la diversidad del sistema financiero (ECO/371), parece que se está avanzando en la difusión del concepto de banca ética. Mediante este dictamen lo que se busca es esta diversidad pero sin arbitrariedad en la aplicación de las normas, apoyando a la Comisión Europea en la inclusión de las cooperativas de crédito y las cajas de ahorro en la nueva regulación financiera.
A pesar de todo, durante la crisis hemos sido testigos de la casi desaparición de las cajas de ahorro como parte de la economía social en el caso español. El CESE, sin embargo, considera que la figura de las cajas de ahorro debe mantenerse porque ha demostrado con creces su relevancia social.
Las previsiones de futuro son sin duda halagüeñas para la banca ética. Un claro ejemplo es la recientemente creada Kutxa Ner. Esta mutua de servicios financieros ha sido formada por las 21 empresas que constituyen Ner Group, la cooperativa de servicios empresariales, mediante la cual conceden fondos a proyectos que los precisen para continuar con su actividad, ejecutan planes de expansión y proyectos a corto plazo para lograr una mayor rotación de fondos.
Por otro lado, hace poco fuimos testigos de la inauguración oficial de la entidad bancaria Fiare Banca Ética. A pesar de haber sido creada hace ya unos años, ha sido este mes cuando se ha convertido en una completa herramienta bancaria, otro signo del avance que se está produciendo en este tipo de banca.
Como puntos fuertes encontramos la sostenibilidad y la transparencia de esta banca innovadora. Pero todavía no está del todo claro si será capaz algún día, no de sustituir a la convencional, si no de estimularla para que cada vez tienda más hacia este tipo de iniciativas no tan especulativas y más éticas.