Los incentivos de la Hacienda de Gipuzkoa han facilitado el traspaso de 319 compañías en las que los nuevos socios han accedido a la propiedad de sus empresas invirtiendo 26 millones de euros.
En los últimos cinco años 1.738 guipuzcoanos han decidido comprar la totalidad o parte de la compañía de la que eran empleados. No es que hayan dejado de ser trabajadores, lo que ocurre es que ahora también son propietarios de la firma. ¿Qué les ha motivado a dar el salto? En la mayor parte de los casos la oportunidad ha surgido ante la falta de relevo familiar del fundador.
Zorrotz Legazpi fue fundada en 1953 y desde entonces es un ejemplo clásico de pyme guipuzcoana del Metal. La empresa se dedica a la fabricación y venta de cuchillas rectas y circulares para el corte de madera, papel, plástico y metal, así como guías de deslizamiento especiales para máquina-herramienta. En 2011 su trayectoria dio un importante giro al ser adquirida por los trabajadores. Marian Tapia, responsable del departamento de finanzas, explica que la falta de relevo generacional, unido a la profunda crisis de 2008-2011 «nos llevó, después de analizar la situación, a la búsqueda de soluciones. Un colectivo amplio consideramos que era posible abordar la propiedad, dado que conocíamos muy bien tanto el producto como sus procesos de fabricación y gestión. Finalmente te, se decidió realizar el diseño de un proyecto de empresa».
Sobre todo, en el inicio hubo que hacer muchos esfuerzos para sacar la empresa adelante». Este empeño fue fructífero porque, como señala la directiva, desde el arranque de la sociedad laboral los logros han sido mejores que los esperados. «Estamos satisfechos con la evolución de la empresa».
La pandemia se ha dejado sentir en la actividad de Zorrotz con una caída de las ventas de un 20% y con un índice de absentismo «por las nubes», pero la compañía está consiguiendo salvar este periodo sin entrar en pérdidas económicas. «La facturación señala Tapia se va recuperando poco a poco, aunque habrá que esperar hasta 2023 para recuperar las ventas de 2019».
Respecto a las ayudas de la Diputación, la directiva apunta que sería necesario realizar algunos retoques en la normativa de ayudas fiscales. «A la empresa están entrando jóvenes que, por sus características y puesto de trabajo, en algunos casos les hacemos socios al año de incorporarse. Sin embargo, no pueden acceder a dichas ayudas por falta de antigüedad en la empresa». Tapia añade que en muchos casos estos jóvenes son los que más esfuerzo tienen que hacer con la aportación, puesto que la inicial es fuerte. «Creemos que se debería eliminar la condición de antigüedad». Tapia se muestra como una firme defensora de las empresas de economía social. «Es una oportunidad para tu desarrollo personal y laboral. Además –destaca la directiva– fomenta el trabajo en equipo, la colaboración con tus compañeros y el hecho de compartir un objetivo, así como los resultados del trabajo. También favorece la estabilidad laboral, disminuye la conflictividad y fortalece el arraigo territorial».
Fuente: El Diario Vasco, Fernando Segura