Javier Pradini, Director General del Grupo Emaús Fundación Social
Emaús, tiene sentido.
Nuevos retos en un contexto de cambio.
Hace 35 años que Emaús inició su andadura en territorio guipuzcoano y en todos estos años hemos sido testigos directos de grandes cambios sociales en nuestro entorno a la vez que, internamente, hemos llevado a cabo muchos cambios, sobre todo organizativos.
Habrá quien piense que el trabajo que actualmente llevamos a cabo tiene poco que ver en sus formas con el que inicialmente comenzamos ya que la adaptación al entorno y a un contexto cambiante, sin perder de vista los fines y objetivos que compartimos con los más de 340 grupos que conforman el Movimiento Emaús en todo el mundo, ha sido una constante en todos estos años.
Las realidades que vivimos, tanto a escala mundial como local, dificultan las posibilidades de ofrecer una alternativa socio-económica al actual modelo vigente, así como lograr un impacto adecuado en nuestro entorno.
Son varias las razones que nos impulsan a afirmar lo anterior.
Por una parte, vivimos en una sociedad en la que teniendo unos recursos naturales limitados, éstos se sobreexplotan, se privatizan, mercantilizan y a la vez se despilfarran una vez agotada su programada corta vida útil de los productos obtenidos, generando desigualdades y pobreza.
Por otra, constatamos un retroceso en las actuales políticas sociales y un debilitamiento del Estado del Bienestar, achacándose a la crisis económica las causas de esta situación. Resulta incomprensible que rodeados de escándalos de corrupción, centenares de nuevas urbanizaciones sin ocupar, interminables listados de defraudadores fiscales y enriquecimientos especulativos de un reducido grupo de personas, tengamos que recurrir a poner en marcha los bancos de alimentos y los comedores populares y evidenciamos la nueva pobreza energética, los recortes económicos en materia de educación, sanidad y servicios sociales y la proliferación de familias desahuciadas por los bancos por falta de recursos económicos.
En este contexto, hay tres cosas que hemos sabido mantener: el compromiso con las personas más excluidas de la sociedad defendiendo el acceso y disfrute pleno a los derechos de ciudadanía de toda persona en clave de empoderamiento e inclusión, la provocación que supone generar recursos donde otros ven residuos o basura y la convicción por incidir social y políticamente en la transformación de un modelo de sociedad cada vez más caduco y cuestionado.
Hoy en día, trabajamos estos tres aspectos con un componente de innovación social que marca los nuevos tiempos que vivimos. En estos momentos somos una organización compuesta por una fundación y varias empresas de economía social y solidaria que en su conjunto aglutinan a cerca de doscientas personas contratadas. Uno de los retos que estamos afrontando es la de convertir dicha organización en una estructura participativa y con un alto sentido de pertenencia por parte de todos sus miembros.
Otro de los retos es el de darnos a conocer y hacer partícipes a diferentes segmentos de la sociedad en el trabajo que llevamos a cabo en Emaús. El ámbito universitario constituye un eje estratégico prioritario en las iniciativas de difusión y sensibilización que llevamos a cabo, trabajando en todos los campus universitarios de Gipuzkoa. La sociedad del futuro está en sus manos y por ello constituyen un objetivo esencial. Esta aproximación la estamos llevando a cabo en clave de cultura, entendiendo ésta como un estilo de vida basado en principios y valores solidarios.
Es por ello que el principal reto que vamos a afrontar de manera inmediata en los próximos meses es desarrollar un espacio en el nuevo centro cultural de Tabakalera propio de Emaús, donde queremos que se muestren e integren todas la acciones que trabajamos y sea, a la vez, un escaparate y un espacio de contacto y contagio, donde cualquier persona que se acerque descubra el sentido de nuestro trabajo y disponga de la oportunidad de participar y compartir sus conocimientos, anhelos e inquietudes.
Entendemos la cultura como algo vivo, dinámico, comprometido, participativo, contagioso, cercano, accesible, humano y, sobre todo, orientada al bien común.
Queremos que en ese espacio sea un lugar de intercambio intergeneracional, de experiencias, conocimientos, vivencias, donde visibilicemos la realidad y la potencialidad de las personas en situación de exclusión que participan en nuestros programas y las saquemos de su anonimato predeterminado. También queremos poner en valor lo que se ha convertido en desecho y demostrar que lo que para algunos es un residuo solido, para nosotros es un recurso solidario.
Este espacio, al que denominamos Emaús Eko Lab Center, constituye el inicio de una nueva etapa y que definimos como Emaús 3.0.