Entrevista al profesor Rafael Chaves

enero 27, 2015 | Sin categorizar

El profesor Rafael Chaves Ávila, titular de Economía en la Universitat de València, se encuentra realizando una estancia en el Instituto de Derecho Cooperativo y Economía Social, GEZKI, de la UPV/EHU. Es además Director del programa de Doctorado en Economía Social de la Universitat de València, editor de la Revista de Economía Pública, Social y Cooperativa de CIRIEC España y autor de múltiples trabajos y publicaciones científicas. Por tal motivo, ha tenido la amabilidad de responder a algunas cuestiones.

¿Profesor Chaves, cuál es la razón de haber elegido el País Vasco para desarrollar una estancia académica?

Para un investigador universitario es bueno desconectar durante unas semanas o unos meses del quehacer habitual de tu universidad para dedicarte de lleno a tus investigaciones, en unos casos para avanzarlas y cerrarlas y en otros casos para abrir nuevas líneas y proyectos. Por supuesto, las estancias también mejoran el capital relacional. Son MUY aconsejables. Antes existían también los sabáticos, de 6 meses o de un año, pero desaparecieron de la universidad con la austeridad presupuestaria.

En esta ocasión, la estancia académica es de un mes y en el Instituto de derecho cooperativo y de la economía social – GEZKI de la U.P.Vasco. La elección no ha resultado difícil: en primer lugar, por el equipo humano que invita, investigadores de este instituto, en particular con el profesor Baleren Bakaikoa, de elevada calidad científica y personal, y con los mantengo una larga relación profesional y personal. En estos momentos sigo trabajando con ellos en diferentes proyectos. Este elemento humano no es secundario, y lo saben bien los jóvenes investigadores españoles cuando se desplazan a realizar sus estancias a universidades de países supuestamente más avanzados. La segunda razón es más investigativa. Hacía años que deseaba realizar un trabajo de campo, con entrevistas, a personas vinculadas a una de las experiencias cooperativas con mayor notoriedad mundial como es la de Mondragón así como a personas de la sociedad civil organizada vasca, y ha llegado esa oportunidad. Y finalmente, pero no por ello menos importante, siempre me ha atraído esta tierra. Me siento un poco ‘como en casa’.

.- ¿Cuál es en su opinión el papel que ha jugado la Economía Social en general en los momentos de crisis que se han padecido y siguen produciéndose?

La Economía Social constituye, junto al Sector público y al Sector privado tradicional, una de las tres piezas del Sistema económico. Ese Sistema ha de concebirse al servicio de la ciudadanía.

Cuando una de estas dos últimas piezas se deteriora o se transforma, afecta a las otras, incluida la primera, la Economía Social. Emerge así la función paliativa de la Economía Social. Esta función se ha hecho patente, históricamente y sobre todo, en periodos de crisis económica, cuando la Economía Social ‘recuperaba’ empresas tradicionales en crisis y demostraba mayor capacidad para mantener empleos y tejido empresarial. O también cuando el sector público retrocedía en su oferta de servicios de bienestar social o no daba cobertura suficiente, era el tercer sector social era el que daba asistencia a los colectivos más vulnerables.

Pero la Economía Social también ha desempeñado una función innovadora y transformadora del sistema. Históricamente ha ideado y puesto en práctica respuestas innovadoras a las múltiples demandas sociales y problemas sustantivos, que los otros dos sectores, el público y el privado tradicional, no llegaron a satisfacer. De hecho, todas las formas de Economía Social en su momento fueron innovaciones de la sociedad. Y es en los periodos de crisis cuando esa capacidad innovadora vuelve a desplegarse. En estos últimos años, por ejemplo, estamos asistiendo a una nueva ola de iniciativas, que van desde las monedas sociales hasta la economía colaborativa.

.- ¿cree que la Economía Social ha desplegado todo su potencial en el marco de la lucha contra los efectos de la crisis y, especialmente, en materia de empleo y destrucción de empresas?

La Economía Social constituye una fuerza importante para paliar los efectos de las crisis y para innovar nuevas y satisfactorias respuestas a las demandas del sistema. No obstante, para desplegar todo su potencial y para alcanzar al conjunto de la economía, requiere de una eficaz y amplia actuación pública.

Hace seis años, al inicio de la crisis económica, surgieron muchas voces cualificadas que abogaban por un cambio en el modelo de desarrollo y en las políticas públicas, un cambio que otorgara un lugar relevante a la Economía Social. Desde la Economía Social europea y española se pensaba que ésta podía ser su gran oportunidad. En nuestro país incluso se aprobaron simultáneamente dos leyes con esa orientación, la Ley de economía sostenible y la Ley de economía social. Lamentablemente, el cambio esperado no se hizo realidad. Poco después del inicio de la crisis, a un brevísimo periodo de políticas expansivas de corte keynesiano (recordemos el ‘Plan E’) le sucedieron largos años de políticas de austeridad en los que la Economía Social ha recibido una atención más que discreta. En este tiempo, los datos disponibles han mostrado una vez más la mayor sensibilidad de la Economía Social en materia de empleo: han destruido relativamente mucho menos empleo que las empresas privadas tradicionales. De haberse desplegado eficaces medidas de apoyo a este sector el coste social y económico de la crisis habría sido significativamente menor para la economía española.

.- ¿ Podría señalar algunas medidas o acciones que debieran haberse adoptado o que deban adoptarse?

Los poderes públicos españoles, tanto estatal como autonómico, tienen cierto historial de aprobación de leyes cuya aplicación real dista mucho de ser la que deseaban aquellos que las promovieron.

Dos casos son paradigmáticos al respecto en relación a la Economía Social: la ley de cooperativas de la Comunidad Valenciana de 2003 y la Ley de economía social de 2011. En el articulado de ambas puede encontrarse una auténtica batería de medidas de política pública para el desarrollo del sector cooperativo y de la economía social. En esta segunda se incluía incluso un apartado relativo a un ‘Plan de impulso de las entidades de la economía social’, con un plazo para su diseño y aplicación. Podían ser un referencia para gobiernos como el francés o el belga, que también han aprobado leyes de economía social. Lamentablemente, ha sido escaso lo aplicado en estos años, aunque se aprecian indicios de un cambio de tendencia.

 

Fuente: OVES-GEEB